Este blog cumple un año. Su importancia para mi no se mide en la cantidad de visitantes, que son pocos en este universo de la internet, ni en la calidad literaria de lo escrito. Su importancia radica en éste se ha convertido en un medio de libre expresión, una posibilidad de escribir con total libertad lo que veo y lo que creo. Algo que nunca pude hacer en Cuba, excepto cuando me expresaba para apoyar al gobierno.
Muchos me acusan de mentiroso, hasta de no ser cubano. Otros dicen que soy un ultraderechista y terrorista que quiere, mediante el engaño, crear una mala imágen de la revolución que ellos creen justiciera, y de su comandante "intachable".
Hoy me pregunto cómo ocurrió esta lenta metamorfosis; cómo de joven revolucionario, creyente del credo y del dogma, me he transformado en un opositor a ultranza de lo que llamo "engendro" que por demasiado tiempo ha regido los destinos de Cuba. ¿Cómo fue que un revolucionario que estaba dispuesto a dar su vida por el comandante y a quien sus compañeros gritaban "comunista" en aquellas largas etapas de escuelas en el campo (por empecinarse en trabajar de verdad, por exigirles a ellos que hicieran lo mismo) ha llegado a criticar amargamente la revolución que lo educó?
La respuesta no es fácil. No fueron acontecimientos de un día, no fue un hecho aislado. Fue el lento proceso de abrir los ojos, de darme cuenta de que muchas de las "verdades" escritas en piedra por la revolución, no se correspondian con la realidad. Fue darme cuenta de que en el país de la igualdad, donde se penalizaba la creación de riquezas y donde la gente purgaba largas condenas por tenencia de divisas o pescar langostas, unos eran más iguales que otros. Fue sentirme discriminado una y otra vez, a pesar de que una y otra vez decian que yo era "Juan con Todo" y que mi país era mío, cuando la realidad me decía que sólo podría disfrutarlo si lo visitaba como turista.
Luego, cuando comencé a trabajar, pude adentrarme en aquel mundo de las castas partidistas y del gobierno, y sus familiares. Muchos me dicen que los altos dirigentes cubanos no son millonarios, y eso puede ser cierto. Pero en el país de la escasez perenne y las dificultades diarias, aquel que vive en una casa en buenas condiciones, en un barrio exclusivo (de los antiguos burgueses), esos barrios que "congelaron" para que nadie más pudiera construir allí; que tenian ellos y sus hijos transporte privado pagado por el pueblo, y que no se alimentaban de la libreta, como el resto de la población, las diferencias no serán abismales, pero duelen igual a la gente, y causan suficientes molestias y desconfianza, por la hipocresía que representan. Los que eternamente nos han exigido sacrificios, y sus familias, no se han sacrificado.
Y luego los hijos de aquellos que nos imponían la "sociedad justa", a pesar de sus ventajas, se iban (y se van) a vivir, estudiar y trabajar en el capitalismo. ¿Y la alta calidad de vida en su país? ¿Y la medicina gratuita? ¿Y la mejor educación del mundo? ¿Por qué se marchan esos hijos de papá al capitalismo brutal, con tarjeta blanca (permiso de salida), visa y pasaje? Y mientras aquellos hijitos se marchaban comodamente en un avión, los medios de prensa oficiales la arremetian contra los otros jóvenes, los hijos de nadie, que empujados por la desesperación, la falta de oportunidades y la desesperanza, se lanzaban al mar sin importarles que un buen número de ellos perdería la vida en el intento.
Han sido muchas las causas de mi transformación, pero la esencia radica en haberme dado cuenta de la manipulación, de cómo el régimen usa nuestros sentimientos nacionalistas para movernos como fichas de ajedrez, en un juego muy bien calculado desde la cúpula. Fue darme cuenta de que todo lo que me daban "gratuitamente", dígase salud y educación, me lo daban a cambio de mi fidelidad, de no expresar lo que pensaba, de correr a donde quiera que mi gobierno me indicara y de profesar el dogma oficial. Y esa salud y educación la tenia que pagar con falta de transporte, con escasez de ropa y zapatos, de crema dental, de un colchón cómodo donde dormir, con una casa que se mojaba más dentro que afuera cuando llovia. Y es que el concepto de nivel de vida para el régimen es unidimensional: si te damos comida (aunque sea de poca calidad) y te ponemos un médico para cuando te enfermes (aunque no haya medicinas), eso es suficiente.
Aspirar a tener unos mejores zapatos, una casa decente, tener transporte para visitar a tu familia en otra provincia, darle un gusto al paladar; esas cosas no son importantes. Esas necesidades materiales son un "rezago burgués del pasado". Y si protestas porque te cansas de tantas limitaciones, si te crees con el derecho a criticar a quienes gobiernan, porque ellos son los responsables de que las cosas funcionen, entonces eres contrarrevolucionario.
No ha sido un camino fácil, pero hoy me siento libre. Puedo gritar que el comandante es humano, que es un megalomano que ha arrastrado a toda una nación al desastre de forma caprichosa, sin darse cuenta de que un pais "no se manda como se manda un campamento".
No soy de la ultraderecha de ningún tipo. Detesto a los que quieren destruir los derechos de los trabajadores en cualquier parte del mundo. Me opongo a las guerras imperialistas en todas partes. Quisiera que el hambre, la corrupción y la pobreza desaparezcan de la faz de la tierra. La solución a esos problemas de la humanidad no la tengo. Se que el capitalismo es incapaz de resolverlos y también se que el socialismo cubano, o el "real" tampoco pudieron resolverlos totalmente y ademas volvieron a sus pueblos esclavos de sus dogmas y de caudillos iluminados que creyeron ser la única respuesta para sus paises. Debe haber una tercera via que combine los beneficios sociales y humanos de una y las libertades y oportunidades de la otra. Pero quizás eso no sea más que una utopía.
Mientras tanto seguiré diciendo lo que pienso, aunque algunos me encasillen en la ultraderecha por pensar que el comandante traicionó a su propia revolución y su propio pueblo, y terminó siendo un vulgar dictador.