Bolívar dijo:"Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo: es donde se origina la usurpación y la tiranía” Es lo que ha pasado en Cuba durante 5 décadas. Queremos desenmascarar al gobierno cubano y los hipócritas que le apoyan, y desnudar la doble moral de los altos líderes comunistas que viven todos, sin excepción, en los barrios y mansiones de los capitalistas a quienes expropiaron.
jueves, 16 de enero de 2014
Fidel y Raúl: Delirios y fantasías (I)
He decidido publicar, por su importancia histórica y por ser testimonio imprescindible de los acontecimientos en nuestra patria en los últimos 55 años, capitulos del libro "Fidel y Raúl, Delirios y fantasías", del periodista cubano Pablo Alfonso. Este libro, basado en testimonios y citas textuales bien documentadas, nos muestra los disparates y delirios de grandeza del dictador tropical, y explica en gran medida el desastre que es Cuba hoy, y las causas de tantos fracasos. Como comenté a Pablo Alfonso via Twitter, este libro debería entregarse gratuitamente dentro de Cuba, para que las nuevas generaciones vean la causa verdadera de sus penurias y limitaciones; para que vean como un sólo hombre ha convertido a Cuba en su finca personal, en la que hace y deshace sin rendir cuentas a nadie.
Iré publicando los capitulos a medidas que el blog de Pablo Alfonso, El Timbeke, los publique. A ver ahora como van a defender la obra del dictador tropical los muchos apologistas incautos que tiene por el mundo.
“El mundo está en la fase más interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía”, le aseguró rotundo a La Jornada.
Todavía no nos ha revelado quién le asignó a Cuba esa tarea ni por qué, pero desde que regresó a la arena pública, como heraldo del Apocalipsis nuclear, no cesa en sus advertencias.
L as mismas obsesiones compulsivas, que en el ocaso de su vida lo llevaron a dictar magistrales conferencias televisivas para enseñar a las amas de casa cubanas cómo hacer un potaje de frijoles y ahorrar electricidad, se manifestaban desde los primeros años de gobierno en sus kilométricos discursos donde discurrían sus delirios y sus afanes, desde renovador social hasta genetista.
Fidel sigue siendo ese mismo Quijote tropicalizado que, sin adarga al brazo ni molinos de viento a los que enfrentarse, organiza epopeyas y sale victorioso de imaginarias batallas, de retos gigantescos y esfuerzos sobrehumanos.
Su escenario trasciende los límites de la isla. Su nueva misión como resucitado es planetaria. Por eso deambula por Internet con un puñado de cuartillas, alejado de los problemas terrenales de los cubanos enclaustrados en el archipiélago. Sus visiones no miran al pasado. Quizás porque el pasado le trae malos recuerdos.
Ahora que resucitó, le queda vida para ver cómo la cosecha de sus delirios les quebró a los cubanos la esperanza y tiene postrado al país.
Para los cubanos resultan obvias estas realidades. Hemos padecido medio siglo de sus fantasías. Fuera del ámbito de nuestras fronteras insulares, no hay tanta conciencia de que Fidel vivió en la utopía sembrando ilusiones paridas por sus delirios
No hay que culparlo sólo a él. Sería injusto y poco aleccionador.
Cuando finalizaba estas líneas en el otoño de 2010, una nueva circunstancia reafirmó mi criterio de rescatar esos pasados delirios, que son la causa de este presente.
En este texto no hay teoría. Tampoco es una propuesta académica porque he querido alejarme de cualquier tentación de solemnidad. Sus citas rigurosas y referencias documentadas aspiran sólo a apuntalar la verdad de los hechos. No tienen nada que ver con el entusiasmo de los fieles del castrismo o la vehemencia de sus detractores.
Iré publicando los capitulos a medidas que el blog de Pablo Alfonso, El Timbeke, los publique. A ver ahora como van a defender la obra del dictador tropical los muchos apologistas incautos que tiene por el mundo.
Una introducción inevitable
Ahora que Fidel Castro ha resucitado de entre los muertos parece oportuno que estas notas cobren vida.
Las engaveté cuando Fidel se puso a morir tras sufrir un sangramiento intestinal en julio de 2006. Pensé que no era bueno andar removiendo la memoria de los muertos y preferí perder los largos meses invertidos en busca de sus viejos delirios y fantasías. Cambié de idea porque los acontecimientos han transitado por otros caminos.
Fidel está de nuevo entre nosotros.
“Quiero decirte que estás ante una especie de resucitado…Llegué a estar muerto, pero resucité”, le dijo ufano a Carmen Lira Saade, directora del diario mexicano La Jornada.[1]
Así es que la historia conocida de la humanidad tiene ahora tres resucitados. Lázaro de Betania, resucitado al conjuro de Jesús; el propio Cristo, quien resucitó para redimir al género humano de sus pecados como afirman los evangelios; y ahora Fidel que, según dijo, retornó a la vida porque no quiere “estar ausente en estos días”. Así de simple.
Claro que, como padre generoso y patriarca abnegado que siempre ha sido, Fidel ha regresado para advertirnos de los peligros de una inminente guerra nuclear, a la que ya le asignó fecha en dos ocasiones, por fortuna fallidas. Impertinente y tozudo como siempre, insiste en el invierno nuclear y afirma que “le ha correspondido a Cuba la dura tarea de advertir a la humanidad del peligro real que está confrontando”.[2]
Muchos piensan que Fidel delira y otros aseguran que está senil. Sobre todo después de que le dijera al periodista norteamericano Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic, que “el modelo cubano ya no funciona ni para nosotros mismos”[3]y a los pocos días se desdijo.
Fidel es hoy el mismo de siempre. No está senil, sólo más viejo. Su voz es menos vibrante que en sus años jóvenes y su lenguaje corporal menos enérgico, pero sus fantasías y delirios tienen la misma intensidad de todos sus tiempos.
El Fidel que hoy advierte con insistencia el fin de todos los tiempos es el mismo que hace pocos años calculaba cuántos vatios de energía se consumen para hervir agua o colar café y ordenaba recoger todos los bombillos incandescentes del país, suprimía el uso del gas licuado y disponía la venta de ollas arroceras eléctricas a todos los hogares cubanos como parte de su revolución energética.
Claro que ya no pretende transformar a toda Cuba en una comuna comunista, donde sus gentes vivirían felices, garantizado el pan, la salud, la educación y la vivienda, trabajando para Papá Estado y Mamá Revolución, sin otro interés que el de contribuir al bienestar del colectivo. Ahora no reta a las leyes de la naturaleza, no conspira con la biología, no sueña con industrializar la agricultura, ni atenta contra la ecología.
Hay que decir que los aplausos con que fueron recibidas cada una de sus utopías alimentaron sus delirios. Cada una de las ovaciones otorgadas a sus proyectos irreales comparten con Fidel la responsabilidad por el triste saldo que nos deja su legado.
Después de una larga espera de catorce años, el general presidente, Raúl Castro, anunciaba la celebración del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, un evento del que muchos esperaban importantes cambios políticos.
Como este libro no es un ensayo sobre el castrismo, ni dicta pautas para reconstruir la democracia en Cuba, decidí esperar un poco más para incorporar a los delirios de Fidel las fantasías de los cambios pregonados por Raúl.
A fin de cuentas se trata de una narración periodística basada en hechos, no en hipótesis o especulaciones. Como autor sólo introduzco las verdades que han dado vida a los dos personajes principales de la obra: Fidel y Raúl, su mejor compañero de reparto.
Quizás en su línea de narración se esconde una idea que le escuché al dramaturgo y cineasta español, Fernando Arrabal, a mediados de los 80 durante un almuerzo con unos amigos españoles en Miami a propósito del tema cubano.
“El día que los cubanos lean el Granmauna mañana y lancen una gran carcajada nacional, ese día se derrumbará el castrismo”, comentó Arrabal, palabras más o menos.
Con toda seguridad Arrabal no recordará la frase, pero siempre he guardado la verdad de aquella ironía, quizá como el mejor antídoto para nuestro dilema nacional.
Este libro intenta dejar constancia de aquellas memorias discursivas de Fidel y de estas vivencias fantasiosas de Raúl para acercarnos a nuestro drama como si fuera un sainete.
Pablo Alfonso
Miami, verano de 2011
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[1] Entrevista con Carmen Lira Saade. La Jornada, 30 de agosto de 2010. Pág. 2
[2] Fidel Castro. Discurso en la Universidad de La Habana. Granma, 4 de septiembre de 2010. Pág. 1
[3]Fidel: Cuban Model Doesn't Even Work For Us Anymore. The Atlantic, 8 de septiembre de 2010.
Fidel y Raúl: Delirios y Fatansías (II)
Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)
Continuando con la publicación de Fidel y Raúl, Delirios y Fantasías, El Timbeke reproduce un fragmento del capitulo titulado:
La frase se le puede aplicar a Raúl. Su estilo de gobierno no es el mismo de Fidel pero su esencia es igual. El castrismo, bajo el mando del general- presidente, no tendrá un rumbo democrático.
Más claro no canta un gallo. Sucede, sin embargo, que hay tanta gente empeñada en creer lo contrario, que prefieren pensar que sus deseos son realidades. Confunden los estilos con diferencias de fondo.
Raúl es diferente a Fidel porque es obvio que no tiene su carisma. Tampoco su elocuencia. No guarda las reservas familiares que Fidel mantuvo ocultas celosamente durante décadas. Con excepción de su primer hijo, Fidel Castro Díaz-Balart, el entorno familiar más cercano de Fidel estuvo alejado de responsabilidades del poder público.
Raúl es diferente. Su hija Mariela es una entusiasta activista antihomofóbica, que se ha instalado como directora del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Su único hijo varón, Alejandro, teniente coronel del Ministerio del Interior, es su hombre de confianza y hay quienes aseguran que ocupa un lugar especial en el despacho de gobierno del general-presidente.
Rodríguez López-Calleja es presidente ejecutivo del grupo de administración empresarial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y ascendió a los altares del Comité Central del Partido Comunista en el último congreso, junto al otro yerno de Raúl, Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Partido en la provincia de Sancti-Spiritus.
Fidel tenía treinta y dos años cuando llegó al poder y comenzó a soñar su revolución. Raúl acaba de cumplir los ochenta en medio de una pesadilla.
"En sus méritos, sus atributos, firmeza, su lealtad, en su internacionalismo, reconocemos a Raúl como firme cancerbero de la revolución cubana".[3]
Ese discurso de Ramiro fue transmitido en vivo por la radio y una señal interna de la televisión oficial, pero su texto no fue publicado en ningún medio cubano de prensa.
Continuando con la publicación de Fidel y Raúl, Delirios y Fantasías, El Timbeke reproduce un fragmento del capitulo titulado:
Raúl no es Fidel pero es igual
Fue el cantautor cubano Silvio Rodríguez, quien en su Pequeña serenata diurna, popularizó aquello de “que no es lo mismo pero es igual”.
“A mí no me eligieron presidente para restaurar el capitalismo en Cuba ni para entregar la revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.[1]
Su nieto, Raúl Alejandro, primogénito de su hija Deborah y Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, está siempre a su lado en el círculo íntimo de su escolta personal.
Raúl es diferente de Fidel porque parece ser un mejor administrador. Un gestor más eficiente, con mayor disciplina y apego al poder institucional. Más allá de estas diferencias de estilo, Fidel y Raúl comparten los mismos objetivos políticos, la misma visión del socialismo marxista leninista, y la misma mecánica represiva para mantener el poder.
Cuando se derrumbó el comunismo en Europa en 1989, Fidel ya sabía que su revolución no tenía futuro. Entonces se envolvió del todo en la bandera del nacionalismo y de la resistencia heroica para retener el poder a toda costa. Tuvo éxito en ese empeño porque Fidel siempre puso sus aspiraciones por encima de las realidades de la nación.
Fidel ejerció el poder durante cuarenta y siete años persiguiendo en vano una utopía. Raúl heredó hace ya cinco años sus despojos.
El castrismo está resquebrajado y cualquier reforma sustancial puede acabar con el sistema. Los históricos que integran la cúpula del poder no pueden correr ese riesgo. El mundo se ha hecho muy pequeño y vulnerable para los grandes dictadores, violadores de los derechos de sus pueblos. Hoy puede haber siempre un tribunal dispuesto a procesar a esos culpables.
Ese es el escenario donde se representa la sucesión de Raúl y la gerontocracia que lo acompaña. De ellos se podría decir con el poeta argentino Jorge Luis Borges: “No nos une el amor, sino el espanto”.
De ahí la temprana advertencia de Ramiro Valdés[2],el más comprometido de los históricos, justo en los días en que Fidel se debatía entre la vida y la muerte.
La referencia mitológica no pudo ser más clara. Raúl debía encarnar al Can Cerbero, que con sus tres cabezas guardaba la puerta de los infiernos. Toda una amenaza, considerando que la frase la pronunció un personaje más conocido por sus andanzas en el mundo del espionaje y la conspiración que en el de la literatura.
Raúl no puede enmendar el castrismo socialista. Tampoco le interesa, pero, aunque quisiera, no tiene tiempo para hacerlo. Su única alternativa es morir en el poder. En esa dirección apuntan las llamadas reformas del raulismo.
Ignoro de dónde salió la descabellada idea de que Raúl es un reformista, dispuesto a introducir cambios democráticos en el régimen. Ni siquiera las difíciles circunstancias económicas en las cuales le ha tocado gobernar lo van a mover en esa dirección. Todo lo que ha hecho y hará Raúl, junto a la gerontocracia gobernante, será tratar de ganarle la carrera del tiempo a la biología.
Modificar lo necesario y cambiar lo suficiente, sin que se les vaya de la mano ese proceso, para mantener el poder hasta la muerte. Un acto de equilibrio y hasta de magia, pero siempre un riesgo mucho menor que perder el poder y tener que rendir cuentas, al final de sus días, ante un juez Garzón cualquiera por los cargos que se acumulan sobre sus hombros.
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[1] Raúl Castro. Discurso Asamblea Nacional del Poder Popular. La Habana, 1 de agosto de 2009.
[2] Comandante de la Revolución. Dos veces ex ministro del Interior. Vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministro.
[3] Discurso pronunciado en la conmemoración del 50 aniversario del alzamiento de Santiago de Cuba. 30 de noviembre de 2006.
Fidel y Raúl...(III) San Andrés de Caiguanabo
Continuación del libro Fidel y Raúl, Delirios y Fantasías. Este capítulo narra una fantasía poco conocida del castrismo, en sus momentos de máximo delirio. La creación del primer pueblo comunista del mundo, con la abolición de la moneda y el trabajo por el amor de todos.
Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)
Por cierto, es la misma cadena montañosa donde se entrenaron en secreto los cubanos que acompañaron a Ernesto Che Guevara en su fracasada aventura guerrillera de Bolivia, a principios de la segunda mitad del siglo pasado. En esos apartados parajes, donde se encuentra la cueva de Los Portales, se prepararon -desde el 4 de junio hasta el 15 de octubre de 1966- los cubanos escogidos por el Che, quien había regresado a Cuba dos meses antes tras su también fallida incursión guerrillera en el Congo.
Lo menciono solo como un referente porque esta historia no tiene nada que ver con eso.
Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)
San Andrés de Caiguanabo
En un remoto rincón pinareño, de cuyo singular destino ya nadie se acuerda, está San Andrés de Caiguanabo.
Tomo prestada la imagen literaria de Cervantes, parafraseando a su Don Quijote, porque este relato es toda una quijotada, aunque a diferencia del hidalgo manchego, ésta no es una invención literaria. Se trata de una quijotada real, digamos revolucionaria.
Fidel lo imaginó de otra manera, pero San Andrés de Caiguanabo es todavía un humilde poblado del municipio La Palma, provincia de Pinar del Río, anclado en un bucólico rincón de la Cordillera de Guaniguanico.Por cierto, es la misma cadena montañosa donde se entrenaron en secreto los cubanos que acompañaron a Ernesto Che Guevara en su fracasada aventura guerrillera de Bolivia, a principios de la segunda mitad del siglo pasado. En esos apartados parajes, donde se encuentra la cueva de Los Portales, se prepararon -desde el 4 de junio hasta el 15 de octubre de 1966- los cubanos escogidos por el Che, quien había regresado a Cuba dos meses antes tras su también fallida incursión guerrillera en el Congo.
Lo menciono solo como un referente porque esta historia no tiene nada que ver con eso.
San Andrés de Caiguanabo, con poco más de dos mil habitantes, casi todos campesinos y trabajadores dedicados al cultivo del café, fue el lugar donde Fidel soñó construir la primera población comunista del mundo. Un experimento destinado a convertir la utopía comunista en una realidad para el resto de Cuba.
¿Por qué escogió ese lugar? Nadie lo sabe con certeza. Solo se conoce que no fue el único. Fidel destinó otros dos poblados montañoso para ampliar el experimento: Gran Tierra y Banao en las entonces provincias de Oriente y Las Villas, respectivamente, pero en ninguno destelló la utopía con tanto fulgor como en San Andrés de Caiguanabo.
Los campesinos y trabajadores dispersos por la región fueron agrupados en una comunidad rural. Se construyeron instalaciones escolares, se proyectaron centros de salud, campos deportivos y todo lo imaginable para que sus habitantes tuvieran una vida confortable, con sus necesidades básicas garantizadas por Papá Estado.
Desde la visiónde Fidel, los hombres y mujeres del lugar aportarían felices a la sociedad el fruto de su trabajo. Ya no existiría más la responsabilidad de trabajar para la subsistencia personal o familiar. Nada de eso. El trabajo dejaría de ser una necesidad individual. Se convertiría en una responsabilidad social.
El Génesis sentencia: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Una especie de castigo, de obligación personal para sobrevivir, impuesta al hombre cuando perdió el Paraíso. En esencia, Fidel quiso rescatar ese paraíso para el hombre nuevo que desempolvó de los manuales marxista-leninistas.
Y al estilo de Dios, Fidel planificó la vida de los habitantes de su paraíso en San Andrés de Caiguanabo.
Así programó la educación de los niños y jóvenes del lugar:
“Y la vida de todos los niños estará perfectamente organizada, estará perfectamente atendida. Irán a los círculos por la mañana —bien temprano— y regresarán a sus casas al atardecer. Y cuando ya tengan edad para ir al primer grado, entonces su vida entera estará organizada alrededor de la escuela. Allí tendrán los estudios, los campos deportivos, la alimentación. Irán los lunes y regresarán los viernes y tal vez los sábados.
Porque, naturalmente, podría también plantearse qué será mejor: que se vayan ya desde el viernes para casa, o, por el contrario, se dedique el sábado a actividades deportivas en general en la escuela (APLAUSOS), y ya el sábado al mediodía van a casa. Y significa que podrán disponer también los maestros y profesores de tiempo libre: la mitad del sábado y el domingo completo (…).[1]
Así percibía los objetivos de su experimento:
“Los niños y los jóvenes no solo recibirán una educación esmerada en instalaciones magníficas, sino que recibirán una alimentación óptima, recibirán una dieta equilibrada, consumirán las cantidades máximas de alimentos que necesiten en frutas, en leche, en vegetales, en fin, en todos los alimentos. Nos interesa también ver cuáles son los efectos, en esos niños, de una vida higiénica, saludable, de la práctica de la educación física y el deporte, de una alimentación óptima, lo que significa que ya todos los niños recibirán en esas instituciones la ropa, los zapatos y la alimentación en la escuela y la recibirán gratuitamente, gratuitamente (APLAUSOS).[2]
¿Es esto acaso algo de poca importancia? ¿Es algo de poca trascendencia? No. Esto tiene que ver mucho con toda una serie de concepciones, tiene que ver mucho con la concepción general de la forma en que nosotros queremos edificar el socialismo y de la forma en que nosotros queremos edificar el comunismo”.
Y en el éxtasis de su alucinación describió cómo se transformaría la agricultura de la región, ejemplo para el resto de la isla:
“Y por lo demás, el hombre irá —con la ayuda de las máquinas y de la técnica— liberándose cada vez más del trabajo en su sentido de esfuerzo físico bruto. Y aquí mismo, en San Andrés, donde hay o había más de 1000 bueyes, toda la tierra se preparaba con yuntas de bueyes. ¿Qué significaba eso? Que todos los años había que roturar la tierra, que cientos de padres de familia tenían que enyugar los bueyes bien temprano, enganchar el arado y, yendo detrás de la yunta de buey, romper y preparar las tierras. Y realmente ese trabajo es duro. Cuando un hombre tiene que ir llevando el arado detrás de una yunta de buey, son no dos bueyes, sino tres bueyes arando la tierra (APLAUSOS), porque él tiene que ir haciendo tanto esfuerzo como cualquiera de los bueyes. (…)
Y el café está creciendo a enorme velocidad, sembrado con toda la técnica. Y no solo eso: se le van a hacer las aplicaciones óptimas de fertilizante y algo más: se van a aplicar otras técnicas más nuevas todavía, que consisten en la aplicación de hormonas de crecimiento a ese café.
Es decir, que los vecinos de esta región y todos nosotros vamos a poder observar un fenómeno nuevo también, porque se suponía que una mata crecía cuando la sembraban, la cuidaban, la cultivaban, le limpiaban la hierba, la regaban o le llovía y se fertilizaba, pero hay una cosa nueva: vamos a acelerar el proceso de crecimiento de esas plantas. En ese sentido se va a convertir también en un plan piloto. Al millón y tantas matas de café se les van a aplicar hormonas de crecimiento y posiblemente para el año que viene haya bastante café que recoger en esas plantaciones”. (APLAUSOS)[3]
Eso dijo Fidel hace 43 años. Sus alucinaciones incluían otros tantos millones de cafetos sembrados en las montañas del centro y del oriente de Cuba que producirían suficiente café para abastecer a la población de la isla y exportarlo más allá de sus fronteras.
La realidad dictó otro rumbo. El 28 de julio de 2010, la Asamblea Nacional del Poder Popular propuso realizar inversiones para reactivar el cultivo de café, que se derrumbó en un 90% en menos de medio siglo, afectado por el deterioro de las plantaciones y el éxodo de los productores según autoridades del sector.
Cuba llegó a producir unas 60.000 toneladas en la década de los sesenta, pero actualmente cosecha 6.000 toneladas, citó un informe presentado en la Asamblea.[4]
Apunto un dato curioso sobre el discurso de Fidel el día que inauguró la comuna de San Andrés. Era el 28 de enero, fecha del natalicio de José Martí, artífice de la Independencia de Cuba, pero Fidel no hizo ninguna referencia a quien, según él, fue “el autor intelectual del Moncada”.
Quizás por entonces el Comandante en Jefe consideraba al nacionalismo independentista como “una manifestación pequeño burguesa”. Estaba en boga el marxismo-leninismo y faltaba mucho para que desapareciera del mapa político la madre patria soviética que lo amamantaba.
Nadie sabe, ni se sabrá nunca, cuántos millones de dólares se derrocharon en el intento, cuántas infundadas esperanzas se sembraron, ni cuántas ilusiones se esfumaron. Quizás ni los mismos habitantes que hoy viven en el llamado Pueblo Nuevo de San Andrés de Caiguanabo conozcan ese paréntesis de su historia.
En un país donde la ineficiencia es la regla generalizada lo único eficiente es la mala memoria. Mejor diría la historia olvidada de los fracasos y fantasías alucinantes de Fidel, que es sepultada por el silencio, desterrada al olvido por la versión oficial de la historia revolucionaria.
Para conocer los detalles de la utopía hay que hurgar con suerte, paciencia y discreción en los archivos de prensa y adentrarse en los abrumadores discursos pronunciados por el Máximo Líder.
En algún lugar de los archivos fílmicos de Cuba, por ejemplo, está enterrado el documental de Lucía Corona, San Andrés de Caiguanabo, cuya música estuvo confiada a las guitarras de los cantautores de la Nueva Trova, Pablo Milanés y Noel Nicola. Una oda fílmica a los empeños de construir el hombre nuevo en el paraíso castrista.
No faltó tampoco la presencia de los intelectuales de la izquierda europea, algunos de cuyos exponentes de la época visitaron el laboratorio humano de San Andrés. Hasta allí llegó en 1968 el cineasta francés Jean-Luc Godard. El destacado director francés había viajado a Nueva York y a Berkeley, California, para filmar la secuencia de Una Película Americana, un proyecto que nunca completó y más tarde a Canadá para otra ronda de grabaciones del documental Comunicaciones, que tampoco concluyó. Desde ahí se dio un saltico a la Cuba Socialista, antes de retornar a Francia.
El diario Granma reseñó el viaje como si se tratara de un especial interés de Godard en filmar la experiencia comunista de San Andrés.[5]
No hace mucho el académico cubano Rafael Hernández abordó el alucinante proyecto de Fidel en una publicación de la Universidad de Harvard. Hernández, quien dirige en La Habana la revista Temas, le ha querido dar al asunto un tinte ideológico, con un alcance teórico inscrito en el conflicto de la entonces Unión Soviética y la China de Mao Tse-Tung.
“El desafío de construir un socialismo distinto y distante de los modelos soviético y chino, ponía al máximo el espíritu de defensa de la nación en su camino independiente, la vista fija en el ideal de una sociedad superior.
Aquel encaminamiento en solitario se mantenía sobre la dramática certidumbre de que Cuba sería la primera sociedad en experimentar formas comunistas de organización y convivencia social. (…).
Aquella utopía desafiante era algo más que un simple acto de voluntarismo o extremismo jacobinista -como podría juzgarse desde hoy-, era parte de toda una concepción del socialismo, opuesta a la de los manuales soviéticos. San Andrés de Caiguanabo no era así un mero falansterio utópico, sino un argumento en una intensa polémica de ideas y teorías sobre la revolución socialista, en la que se involucraban no solo la vanguardia política y los intelectuales orgánicos, sino numerosos ciudadanos”.[6]
No creo que haya que ponerse tan serios. El asunto es más simple. La envoltura ideológica con la que Hernández cubre tamaña megalomanía fidelista, no sirve para explicar otros proyectos, tan grandiosos como impracticables, convertidos en rotundos fracasos.
Poco o nada tenía que ver el conflicto ideológico chino-soviético con la obsesión genética de Fidel, la inseminación artificial del Manjuarí, las siembras de fresas y otros tantos proyectos que revisaremos más adelante.
El 16 de julio de 2008 se celebró en San Andrés de Caiguanabo el cincuenta aniversario de la creación del Frente Guerrillero en Pinar del Río. De ello dio cuenta la televisión provincial TelePinar. Ninguno de los presentes se refirió al proyecto comunista que soñó Fidel para ese lomerío.[7]
De aquellos sueños no queda nada, como dice una popular canción. Quien visite hoy el lugar, escogido por Fidel como cuna de la sociedad comunista soñada para Cuba, encontrará un mísero caserío que no se diferencia en nada del resto del país: falta agua, transporte, recursos de salud, educación y comida.
San Andrés de Caiguanabo volvió a ser noticia nacional a fines del verano de 2008. Por el olvidado caserío cruzaron, en pocas semanas de diferencia, los huracanes Gustav y Ike destrozando los ranchos del poblado y aumentando la miseria en la que todavía viven sus pobladores.
[1] Fidel Castro. Discurso. San Andrés de Caiguanabo. 28 de enero de 1967.
[2] Ibid..
[3] Ibid..
[4] Debaten diputados asuntos socioeconómicos del país. Granma. 29 de julio de 2010. Pág. 1
[6] Hernández, Rafael,“The Red Year” ReVista, the Harvard Review of Latin America. Volume VIII, Number 11. pp. 21-24. Winter 2009.
[7] Acto por el aniversario del Frente Guerrillero de Pinar del Río. Presidido por el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez y el General de Cuerpo de Ejército Leopoldo Cintras Frías, en el acto oradores patentizaron la disposición del pueblo de continuar la lucha al lado de la Revolución. María del Carmen Concepción González, integrante del Secretariado del Comité Central del Partido, destacó cómo tras su constitución, el Frente en breve alcanzó prestigio, un mando único y el apoyo de los pobladores.
Fidel y Raúl...(IV) Las frutas exóticas del delirio
Continuación del libro Fidel y Raúl, delirios y fantasías.
Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)
Las frutas exóticas del delirio
Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)
Las frutas exóticas del delirio
Las frutas tropicales tuvieron en El Caney de Oriente su cuna emblemática, que mereció uno de los sones más populares del cancionero cubano. Fidel soñó con crear nuevas cunas para las frutas exóticas de sus delirios, aunque ninguna mereció una estrofa musical.
Cuando despertamos del sueño habían desaparecido las frutas tropicales… y las exóticas eran sólo un vago recuerdo.
Era la segunda mitad de la década del 60. Fidel disfrutaba las mieles del poder con la vitalidad de sus cuarenta años de edad y la impunidad de encarnar a la revolución, como fuente absoluta de derecho. Vale decir que, sin ataduras legales, disponía a su antojo de los recursos del país.
Fidel estaba en plena ebullición imaginativa. Fue en medio de esa erupción de ilusiones cuando, al empeño de crear un hombre nuevo, añadió la idea de fomentar plantaciones de frutas y vegetales exóticos. En un destello de optimismo vislumbró como convertiría a Cuba en un país productor de melocotones, uvas, fresas y espárragos, entre otras tonterías.
Quizás pensó que una revolución genuina arrasa con todas las tradiciones y que el mango, la guayaba, la papaya, la piña, el mamey y el zapote, encarnaban con sus sabores y aromas a la vieja república.
Por aquél entonces el universo de sus responsabilidades como Máximo Líder de la Revolución tenía como foco principal esos trajines experimentales. Así consta en sus discursos y documentos de la época, aunque hoy lo ponga en duda.
Eran también los años en que se perseguía a los creyentes religiosos, a los intelectuales que no comulgaban con el credo marxista-leninista, a los inconformes de todo tipo y a los homosexuales. Todos ellos fueron marcados con el estigma de antisociales; acosados en sus barrios, expulsados de las aulas universitarias y de sus empleos, encerrados en campos de trabajo forzado, bajo el atrayente título de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).
Fidel asegura ahora que desconocía lo que pasaba en aquellos tiempos. Se lo dijo al diario mexicano La Jornada, con la candidez de un anciano, que admite su responsabilidad por aquellos ¨errores¨ (horrores), a los que no prestó atención.
Sí -recuerda-, fueron momentos de una gran injusticia, ¡una gran injusticia! -repite enfático-, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros… Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios. Si alguien es responsable, soy yo...“Es cierto que en esos momentos no me podía ocupar de ese asunto… Me encontraba inmerso, principalmente, de la Crisis de Octubre, de la guerra, de las cuestiones políticas…Nosotros no lo supimos valorar… sabotajes sistemáticos, ataques armados, se sucedían todo el tiempo: teníamos tantos y tan terribles problemas, problemas de vida o muerte, ¿sabes?, que no le prestamos suficiente atención.[1]
Es una excusa falsa. Ni cándida ni senil. Parece modesta pero es cínica.
Las UMAP se crearon dos años después de la Crisis de Octubre, en Cuba no había ninguna guerra, el tiempo de los ¨sabotajes sistemáticos¨ había quedado atrás y el pacto Kennedy-Kruschov le proporcionaba al castrismo una existencia de relativa estabilidad.
Lo cierto es que Fidel se entretenía por entonces experimentando diferentes técnicas de cultivo en pequeñas parcelas. Sacaba sus conclusiones y luego calculaba los resultados con rigor matemático. Si una hectárea produce tanto, miles de hectáreas producirán más tanto. Así de sencillo. Era cuestión de encontrar el clima y las tierras adecuadas. Por lo menos, terrenos que se parecieran en algo a las condiciones de laboratorio de sus experimentos especiales.
Un día viajó a Pinares de Mayarí al norte de la provincia de Oriente, para anunciarle a los vecinos del lugar una noticia que cambiaría sus vidas. Había comprobado que esa meseta montañosa, a 700 metros de altura, tenía un clima privilegiado. Decidió que era el sitio ideal para sembrar uvas y fresas. Una nueva cuna para las frutas exóticas que soñaba producir.
Hay un plan similar a este en Banao. También es una cosa fantástica. Va a tener una extensión igual o mayor que esta. Siembras de uvas, de fresas. Se está ensayando siembra de manzana, melocotones, distintos cultivos, a ver si podemos hacer una ensaladita de frutas criollas y les podemos echar algún melocotoncito de esos.
El día que yo pasé por allí había 14,5 caballerías de espárragos sembradas allí y el año que viene tendremos espárragos en lata, sopa de espárragos por primera vez en toda la historia del país (APLAUSOS). Se están haciendo allí plantaciones de fresas de alguna extensión. [2]
Por supuesto que los cubanos no vieron jamás esas latas de espárragos. Nunca se produjeron. Así es que a la historia del país todavía le falta por escribir ese renglón.
Pinares de Mayarí nunca produjo fresas. Ni mucho menos uvas, como las que según dijo Fidel, ya se cultivaban en Banao en cantidades industriales.
Se están haciendo considerables plantaciones de uvas allí. Ya incluso se ha producido algún vinillo criollo, que ni siquiera es agrio. Habrá incluso que rectificar aquello de que “nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”,porque con la técnica, el tipo de variedad de uvas que se están sembrando allí, se va a producir un vino que cuando lo refinemos no va a ser ni agrio, ¡ni agrio! Y allí han producido su vinillo también, por la zona de Banao. Y unos racimos de uvas bárbaros. Se le hace la“boca agua” a cualquiera, pensando en los racimos de uva esos. [3]
Todavía a los cubanos se les hace la ¨boca agua¨ pensando en los racimos de uvas. No en las uvas prometidas por Fidel, de las que muy pocos se acuerdan sino en las que, de cuando en cuando, se venden a precios de oro en las tiendas de moneda extranjera.
El proyecto de Pinares de Mayarí tuvo un imprevisto. Los pinos sembrados para reforestar la región no prosperaban, ni mucho menos las fresas.
Sucedía que el subsuelo guardaba en secreto su cuantioso contenido de níquel y hacía estéril aquél paraíso. Para Fidel esa incógnita era un reto a su medida.
A raíz de la siembra de pinos el año pasado se nos ocurrió preguntarnos: Bueno, ¿por qué será que aquí no se da nada? Al fin y al cabo esto es tierra, la tierra es, en primer lugar, el soporte de los cultivos; este es un régimen de microclima, vamos a hacer unas pruebas. Entonces en unas cuantas hectáreas trajimos unas cuantas toneladas de materia orgánica y fertilizantes, y se hicieron unas pequeñas pruebas experimentales y dieron sorprendentes resultados. [4]
Fidel concluyó que aquellos parajes necesitaban una fértil capa vegetal para convertirlos en productivos terrenos agrícolas y ordenó crear los suelos mientras el diario Granma se encargaba de exaltarlo.[5]
El suelo se puede hacer, la naturaleza lo ha hecho en cientos de miles de años, el hombre lo puede hacer en unos años, el suelo lo puede hacer el hombre con la técnica (APLAUSOS). Es bien sencillo disponer 200 ó 300 camiones que en cuestión de tres meses meten aquí 200 000 toneladas de materia orgánica.[6]
Por supuesto que no alcanzaron los 300 camiones ni las 200,000 toneladas de materia orgánica para tapizar los suelos rojos de origen serpentinoso de Pinares de Mayarí. Era una tarea imposible. Apenas alcanzó la materia orgánica para satisfacer el delirio experimental de Fidel.
Las parcelas de tomate produjeron magníficos tomates, de un magnífico sabor, de buen tamaño, y una producción relativamente alta; las cebollas se dieron magníficas; los ajíes se dieron magníficos aquí. Es decir que la prueba de las ocho hectáreas arrojó unos resultados altamente positivos. [7]
En virtud de aquellas pruebas experimentales, los campos de fresa y los viñedos soñados se transformaron en una huerta descomunal. Aplicando la matemática, Pinares de Mayarí sería algo así como la hortalizera de toda Cuba, porque si unas cuantas hectáreas produjeron tan buenos frutos, éstos se multiplicarían sembrando miles de hectáreas.
El próximo año, a principios de año, se van a plantar, ya se están haciendo los trabajos para plantar aquí 150 caballerías de vegetales, de manera que el año que viene tendrán ustedes la oportunidad de comer los tomates que se van a producir aquí y los ajíes.
¿Qué significa unas 300 caballerías de vegetales en esta zona? Significa la producción de vegetales, de la mayor parte de los vegetales, para un consumo relativamente alto de la población.[8]
La palabra de Fidel cobraba vida en los ecos de la prensa oficial. Sus promesas siempre fueron realidades en los titulares de Granma, que convertía sus ilusiones en verdades.[9]
A partir de ese momento los comunistas cubanos añadirían a los manuales de marxista una nueva fuente de formación.[10]
La mano de obra para atender esa huerta gigantesca fue otro reto. Los campesinos del lugar vivían dispersos y no tenían además experiencia ni vocación de hortelanos.
Entonces se piensa de todos los alrededores movilizar miles de mujeres, crear instalaciones aquí para cuando vengan, círculos infantiles en lugares como Mayarí, Holguín, todos estos pueblos de los alrededores, además de las zonas campesinas, con un salario remunerativo y buenas condiciones de vida aquí; porque pensamos hacer albergues que sean albergues bien hechos, donde puedan estar aquí las mujeres que vengan a trabajar en las mejores condiciones posibles. Así es que trabajarán miles de mujeres aquí en este plan.[11]
Dicho y hecho. Ignoro si las mujeres convertidas en hortelanas eran solteras o casadas; si vivieron solas en los albergues o con sus familias. Al fin y al cabo Cuba era un país en revolución y ya sabemos que una revolución, si es genuina, lo pone todo patas arriba.
Por lo que dijo Granma parece que Fidel recolectó para su huerta las mujeres necesarias.[12]
Con el paso de los años Pinares de Mayarí terminó siendo la cuna del Parque Nacional La Mensura, donde la empresa española Sol Meliá ha construido varios hoteles para el disfrute del turismo extranjero.
No hay uvas, ni fresas, ni espárragos ni melocotones, pero por fortuna habitan cerca de 300 especies endémicas de la flora cubana, donde se refugia el wápiti, especie de alce, y del guamo, aclimatados al lugar. También quedó a salvo el Salto del Guayabo uno de los más altos de Cuba.
Yateritas, el otro microclima escogido por Fidel no tuvo tanta suerte. El caserío playero ubicado en las estribaciones costeras de la Sierra Maestra, al sureste de la ciudad de Guantánamo no es hoy ni sombra del luminoso futuro que le diseñó Fidel y que pregonaba Granma.[13]
Por suerte hemos encontrado en la zona de Yateritas, una enorme área, en un lugar que por sus escasas lluvias nosotros lo llamamos el desierto de Arizona, porque allí no se ve nada, aquello es desértico, pero tiene agua; tiene río que se puede represar y óptimas condiciones para la producción de uvas y vamos a hacerla también. Así es que en el futuro nos abasteceremos de uvas frescas también casi todo el año. [14]
En honor a la verdad sólo en el llamado Plan Banao tuvo un éxito relativo el cultivo de fresas y de algunas plantas de uva. Relativo. Es decir, en pequeñas extensiones de tierra y muy lejos de los desproporcionados proyectos que germinaron en la mente de Fidel, magnificados en sus discursos de la época.
Ahora, ¿cuántas caballerías llegará a tener el plan de Banao? Llegará a tener 600 caballerías, de las cuales se dedicarán todos los años 200 a cebollas. Es decir que en Banao se producirá prácticamente las dos terceras partes de las necesidades de cebollas del país.
Es decir que Banao llegará a tener 200 caballerías de cebollas, 60 caballerías de uvas, 20 caballerías de espárragos, 20 caballerías de fresas.
Les hemos hablado del plan de Banao, porque es el plan que más se conoce en esta provincia; pero planes similares se están llevando a cabo en todas las provincias; planes similares se están llevando a cabo en toda la isla, de un extremo a otro de la isla. Y no tenemos la menor duda, no tenemos la menor duda del éxito de esos planes.[15]
De lo que no queda la menor duda es de que Fidel magnificó las limitadas posibilidades que ofrecía el microclima de Banao. De los planes similares que, según dijo, se llevaban a cabo de un extremo a otro de la isla, nunca nadie tuvo noticia.
Queda constancia, eso sí, de las movilizaciones de miles de trabajadores hacia las plantaciones agrícolas de Banao. Cientos de amas de casa de la región se convirtieron en trabajadoras agrícolas. Todavía muchos recuerdan que una veintena de ómnibus Robur, fabricados en la Alemania comunista, las transportaban cada día a Banao desde la vecina ciudad de Sancti-Spiritus.
La realidad es siempre más terca que cualquier voluntad. Las frutas exóticas del delirio imaginativo de Fidel quedaron sepultadas en el fracaso. Quedan, como dramática constancia de tantos sudores infecundos, los reportajes de Granma, que van desde el elogio hasta la bobería.[16].
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[1] Fidel Castro. Entrevista a Carmen Lira Saade. La Jornada, 31 de agosto, 2010
[2] Fidel Castro. Discurso. 26 de septiembre de 1966.
[3] Ibid
[4] Ibid
[5] Pinares de Mayarí, donde el hombre "fabrica" tierras para la siembra.
Granma, 25 de febrero de 1967. Pág.3
[6] Ibid
[7] Ibid
[8] Ibid
[9] Comienza a funcionar en Pinares de Mayarí el primer Instituto Hortícola de Cuba. Granma, 24 de febrero de 1967. Pág.3
[10] Plan Especial del Berro; Cantera de comunistas. Granma, 19 de Julio de 1967. Pág.5
[11] Fidel Castro. Discurso Pinares de Mayarí. 26 de septiembre de 1966.
[13] El plan uvas de Yateritas. Granma, 30 de septiembre de 1968. Pág.4
[14] Ibid
[15] Fidel Castro. Discurso, Santa Clara, 9 de diciembre de 1966
26 Nuevo cultivo: Fresas cubanas. Granma, 21 de marzo de 1966. Pág. 8
Las Fresas Silvestres. Granma, 25 de abril de 1966. Pág. 7
Amplian plan de frutas selectas del Escambray. Granma, 20 de octubre de 1966. Pág. 3
Tarea gigantesca; pero bonita. Granma, 27 de octubre de 1966. Pág.9
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