jueves, 16 de enero de 2014

Fidel y Raúl...(IV) Las frutas exóticas del delirio

Continuación del libro Fidel y Raúl, delirios y fantasías.

Por Pablo Alfonso (Tomado de El Timbeke)

Las frutas exóticas del delirio
Las frutas tropicales tuvieron en El Caney de Oriente su cuna emblemática, que mereció uno de los sones más populares del cancionero cubano. Fidel soñó con crear nuevas cunas para las frutas exóticas de sus delirios, aunque ninguna mereció una estrofa musical.


Cuando despertamos del sueño habían desaparecido las frutas tropicales… y las exóticas eran sólo un vago recuerdo.


Era la segunda mitad de la década del 60. Fidel disfrutaba las mieles del poder con la vitalidad de sus cuarenta años de edad y la impunidad de encarnar a la revolución, como fuente absoluta de derecho. Vale decir que, sin ataduras legales, disponía a su antojo de los recursos del país.



Fidel estaba en plena ebullición imaginativa. Fue en medio de esa erupción de ilusiones cuando, al empeño de crear un hombre nuevo, añadió la idea de fomentar plantaciones de frutas y vegetales exóticos. En un destello de optimismo vislumbró como convertiría a Cuba en un país productor de melocotones, uvas, fresas y espárragos, entre otras tonterías.


Quizás pensó que una revolución genuina arrasa con todas las tradiciones y que el mango, la guayaba, la papaya, la piña, el mamey y el zapote, encarnaban con sus sabores y aromas a la vieja república.


Por aquél entonces el universo de sus responsabilidades como Máximo Líder de la Revolución tenía como foco principal esos trajines experimentales. Así consta en sus discursos y documentos de la época, aunque hoy lo ponga en duda.


Eran también los años en que se perseguía a los creyentes religiosos, a los intelectuales que no comulgaban con el credo marxista-leninista, a los inconformes de todo tipo y a los homosexuales. Todos ellos fueron marcados con el estigma de antisociales; acosados en sus barrios, expulsados de las aulas universitarias y de sus empleos, encerrados en campos de trabajo forzado, bajo el atrayente título de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP).


Fidel asegura ahora que desconocía lo que pasaba en aquellos tiempos. Se lo dijo al diario mexicano La Jornada, con la candidez de un anciano, que admite su responsabilidad por aquellos ¨errores¨ (horrores), a los que no prestó atención.


Sí -recuerda-, fueron momentos de una gran injusticia, ¡una gran injusticia! -repite enfático-, la haya hecho quien sea. Si la hicimos nosotros, nosotros… Estoy tratando de delimitar mi responsabilidad en todo eso porque, desde luego, personalmente, yo no tengo ese tipo de prejuicios. Si alguien es responsable, soy yo...“Es cierto que en esos momentos no me podía ocupar de ese asunto… Me encontraba inmerso, principalmente, de la Crisis de Octubre, de la guerra, de las cuestiones políticas…Nosotros no lo supimos valorar… sabotajes sistemáticos, ataques armados, se sucedían todo el tiempo: teníamos tantos y tan terribles problemas, problemas de vida o muerte, ¿sabes?, que no le prestamos suficiente atención.[1]



Es una excusa falsa. Ni cándida ni senil. Parece modesta pero es cínica.


Las UMAP se crearon dos años después de la Crisis de Octubre, en Cuba no había ninguna guerra, el tiempo de los ¨sabotajes sistemáticos¨ había quedado atrás y el pacto Kennedy-Kruschov le proporcionaba al castrismo una existencia de relativa estabilidad.


Lo cierto es que Fidel se entretenía por entonces experimentando diferentes técnicas de cultivo en pequeñas parcelas. Sacaba sus conclusiones y luego calculaba los resultados con rigor matemático. Si una hectárea produce tanto, miles de hectáreas producirán más tanto. Así de sencillo. Era cuestión de encontrar el clima y las tierras adecuadas. Por lo menos, terrenos que se parecieran en algo a las condiciones de laboratorio de sus experimentos especiales.


Un día viajó a Pinares de Mayarí al norte de la provincia de Oriente, para anunciarle a los vecinos del lugar una noticia que cambiaría sus vidas. Había comprobado que esa meseta montañosa, a 700 metros de altura, tenía un clima privilegiado. Decidió que era el sitio ideal para sembrar uvas y fresas. Una nueva cuna para las frutas exóticas que soñaba producir.


Hay un plan similar a este en Banao. También es una cosa fantástica. Va a tener una extensión igual o mayor que esta. Siembras de uvas, de fresas. Se está ensayando siembra de manzana, melocotones, distintos cultivos, a ver si podemos hacer una ensaladita de frutas criollas y les podemos echar algún melocotoncito de esos.


El día que yo pasé por allí había 14,5 caballerías de espárragos sembradas allí y el año que viene tendremos espárragos en lata, sopa de espárragos por primera vez en toda la historia del país (APLAUSOS). Se están haciendo allí plantaciones de fresas de alguna extensión. [2]



Por supuesto que los cubanos no vieron jamás esas latas de espárragos. Nunca se produjeron. Así es que a la historia del país todavía le falta por escribir ese renglón.


Pinares de Mayarí nunca produjo fresas. Ni mucho menos uvas, como las que según dijo Fidel, ya se cultivaban en Banao en cantidades industriales.



Se están haciendo considerables plantaciones de uvas allí. Ya incluso se ha producido algún vinillo criollo, que ni siquiera es agrio. Habrá incluso que rectificar aquello de que “nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”,porque con la técnica, el tipo de variedad de uvas que se están sembrando allí, se va a producir un vino que cuando lo refinemos no va a ser ni agrio, ¡ni agrio! Y allí han producido su vinillo también, por la zona de Banao. Y unos racimos de uvas bárbaros. Se le hace la“boca agua” a cualquiera, pensando en los racimos de uva esos. [3]


Todavía a los cubanos se les hace la ¨boca agua¨ pensando en los racimos de uvas. No en las uvas prometidas por Fidel, de las que muy pocos se acuerdan sino en las que, de cuando en cuando, se venden a precios de oro en las tiendas de moneda extranjera.


El proyecto de Pinares de Mayarí tuvo un imprevisto. Los pinos sembrados para reforestar la región no prosperaban, ni mucho menos las fresas.
Sucedía que el subsuelo guardaba en secreto su cuantioso contenido de níquel y hacía estéril aquél paraíso. Para Fidel esa incógnita era un reto a su medida.


A raíz de la siembra de pinos el año pasado se nos ocurrió preguntarnos: Bueno, ¿por qué será que aquí no se da nada? Al fin y al cabo esto es tierra, la tierra es, en primer lugar, el soporte de los cultivos; este es un régimen de microclima, vamos a hacer unas pruebas. Entonces en unas cuantas hectáreas trajimos unas cuantas toneladas de materia orgánica y fertilizantes, y se hicieron unas pequeñas pruebas experimentales y dieron sorprendentes resultados. [4]


Fidel concluyó que aquellos parajes necesitaban una fértil capa vegetal para convertirlos en productivos terrenos agrícolas y ordenó crear los suelos mientras el diario Granma se encargaba de exaltarlo.[5]


El suelo se puede hacer, la naturaleza lo ha hecho en cientos de miles de años, el hombre lo puede hacer en unos años, el suelo lo puede hacer el hombre con la técnica (APLAUSOS). Es bien sencillo disponer 200 ó 300 camiones que en cuestión de tres meses meten aquí 200 000 toneladas de materia orgánica.[6]


Por supuesto que no alcanzaron los 300 camiones ni las 200,000 toneladas de materia orgánica para tapizar los suelos rojos de origen serpentinoso de Pinares de Mayarí. Era una tarea imposible. Apenas alcanzó la materia orgánica para satisfacer el delirio experimental de Fidel.


Las parcelas de tomate produjeron magníficos tomates, de un magnífico sabor, de buen tamaño, y una producción relativamente alta; las cebollas se dieron magníficas; los ajíes se dieron magníficos aquí. Es decir que la prueba de las ocho hectáreas arrojó unos resultados altamente positivos. [7]


En virtud de aquellas pruebas experimentales, los campos de fresa y los viñedos soñados se transformaron en una huerta descomunal. Aplicando la matemática, Pinares de Mayarí sería algo así como la hortalizera de toda Cuba, porque si unas cuantas hectáreas produjeron tan buenos frutos, éstos se multiplicarían sembrando miles de hectáreas.


El próximo año, a principios de año, se van a plantar, ya se están haciendo los trabajos para plantar aquí 150 caballerías de vegetales, de manera que el año que viene tendrán ustedes la oportunidad de comer los tomates que se van a producir aquí y los ajíes.


¿Qué significa unas 300 caballerías de vegetales en esta zona? Significa la producción de vegetales, de la mayor parte de los vegetales, para un consumo relativamente alto de la población.[8]


La palabra de Fidel cobraba vida en los ecos de la prensa oficial. Sus promesas siempre fueron realidades en los titulares de Granma, que convertía sus ilusiones en verdades.[9]


A partir de ese momento los comunistas cubanos añadirían a los manuales de marxista una nueva fuente de formación.[10]


La mano de obra para atender esa huerta gigantesca fue otro reto. Los campesinos del lugar vivían dispersos y no tenían además experiencia ni vocación de hortelanos.


Entonces se piensa de todos los alrededores movilizar miles de mujeres, crear instalaciones aquí para cuando vengan, círculos infantiles en lugares como Mayarí, Holguín, todos estos pueblos de los alrededores, además de las zonas campesinas, con un salario remunerativo y buenas condiciones de vida aquí; porque pensamos hacer albergues que sean albergues bien hechos, donde puedan estar aquí las mujeres que vengan a trabajar en las mejores condiciones posibles. Así es que trabajarán miles de mujeres aquí en este plan.[11]


Dicho y hecho. Ignoro si las mujeres convertidas en hortelanas eran solteras o casadas; si vivieron solas en los albergues o con sus familias. Al fin y al cabo Cuba era un país en revolución y ya sabemos que una revolución, si es genuina, lo pone todo patas arriba.


Por lo que dijo Granma parece que Fidel recolectó para su huerta las mujeres necesarias.[12]


Con el paso de los años Pinares de Mayarí terminó siendo la cuna del Parque Nacional La Mensura, donde la empresa española Sol Meliá ha construido varios hoteles para el disfrute del turismo extranjero.


No hay uvas, ni fresas, ni espárragos ni melocotones, pero por fortuna habitan cerca de 300 especies endémicas de la flora cubana, donde se refugia el wápiti, especie de alce, y del guamo, aclimatados al lugar. También quedó a salvo el Salto del Guayabo uno de los más altos de Cuba.


Yateritas, el otro microclima escogido por Fidel no tuvo tanta suerte. El caserío playero ubicado en las estribaciones costeras de la Sierra Maestra, al sureste de la ciudad de Guantánamo no es hoy ni sombra del luminoso futuro que le diseñó Fidel y que pregonaba Granma.[13]


Por suerte hemos encontrado en la zona de Yateritas, una enorme área, en un lugar que por sus escasas lluvias nosotros lo llamamos el desierto de Arizona, porque allí no se ve nada, aquello es desértico, pero tiene agua; tiene río que se puede represar y óptimas condiciones para la producción de uvas y vamos a hacerla también. Así es que en el futuro nos abasteceremos de uvas frescas también casi todo el año. [14]


En honor a la verdad sólo en el llamado Plan Banao tuvo un éxito relativo el cultivo de fresas y de algunas plantas de uva. Relativo. Es decir, en pequeñas extensiones de tierra y muy lejos de los desproporcionados proyectos que germinaron en la mente de Fidel, magnificados en sus discursos de la época.


Ahora, ¿cuántas caballerías llegará a tener el plan de Banao? Llegará a tener 600 caballerías, de las cuales se dedicarán todos los años 200 a cebollas. Es decir que en Banao se producirá prácticamente las dos terceras partes de las necesidades de cebollas del país.


Es decir que Banao llegará a tener 200 caballerías de cebollas, 60 caballerías de uvas, 20 caballerías de espárragos, 20 caballerías de fresas.


Les hemos hablado del plan de Banao, porque es el plan que más se conoce en esta provincia; pero planes similares se están llevando a cabo en todas las provincias; planes similares se están llevando a cabo en toda la isla, de un extremo a otro de la isla. Y no tenemos la menor duda, no tenemos la menor duda del éxito de esos planes.[15]


De lo que no queda la menor duda es de que Fidel magnificó las limitadas posibilidades que ofrecía el microclima de Banao. De los planes similares que, según dijo, se llevaban a cabo de un extremo a otro de la isla, nunca nadie tuvo noticia.


Queda constancia, eso sí, de las movilizaciones de miles de trabajadores hacia las plantaciones agrícolas de Banao. Cientos de amas de casa de la región se convirtieron en trabajadoras agrícolas. Todavía muchos recuerdan que una veintena de ómnibus Robur, fabricados en la Alemania comunista, las transportaban cada día a Banao desde la vecina ciudad de Sancti-Spiritus.


La realidad es siempre más terca que cualquier voluntad. Las frutas exóticas del delirio imaginativo de Fidel quedaron sepultadas en el fracaso. Quedan, como dramática constancia de tantos sudores infecundos, los reportajes de Granma, que van desde el elogio hasta la bobería.[16].


 


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[1] Fidel Castro. Entrevista a Carmen Lira Saade. La Jornada, 31 de agosto, 2010
[2] Fidel Castro. Discurso. 26 de septiembre de 1966.
[3] Ibid
[4] Ibid
[5] Pinares de Mayarí, donde el hombre "fabrica" tierras para la siembra.
Granma, 25 de febrero de 1967. Pág.3
[6] Ibid
[7] Ibid
[8] Ibid
[9] Comienza a funcionar en Pinares de Mayarí el primer Instituto Hortícola de Cuba. Granma, 24 de febrero de 1967. Pág.3
[10] Plan Especial del Berro; Cantera de comunistas. Granma, 19 de Julio de 1967. Pág.5
[11] Fidel Castro. Discurso Pinares de Mayarí. 26 de septiembre de 1966.
[12] Otras 3 mil mujeres a los Pinares de Mayarí. Granma, 30 de mayo de 1967. Pág.3
[13] El plan uvas de Yateritas. Granma, 30 de septiembre de 1968. Pág.4
[14] Ibid
[15] Fidel Castro. Discurso, Santa Clara, 9 de diciembre de 1966
26 Nuevo cultivo: Fresas cubanas. Granma, 21 de marzo de 1966. Pág. 8
Las Fresas Silvestres. Granma, 25 de abril de 1966. Pág. 7
Amplian plan de frutas selectas del Escambray. Granma, 20 de octubre de 1966. Pág. 3
Tarea gigantesca; pero bonita. Granma, 27 de octubre de 1966. Pág.9

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