Los ancianos en su lujo y el pueblo en la miseria |
Se acabó la visita del jefe de la iglesia católica a Cuba, donde fue recibido con bombos y platillos. El anciano líder de la camaleónica iglesia católica, ante la pérdida de influencias y fieles en todo el mundo, se fue a Cuba, no a interceder por el pueblo cubano ante el régimen despótico, sino a tratar de incrementar su rebaño. No es mi intención atacar a la religión, pero es innegable que la iglesia católica se alimenta de la pobreza y las desgracias ajenas, y se fortalece cuando los países enfrentan crisis económicas, sociales y morales, como es el caso de Cuba. También es muy cierto que la institución romana ha estado en muchas ocasiones en la historia del lado de los opresores en vez de los oprimidos.
En un país multicultural como el nuestro, donde el sincretismo religioso es parte de la síquis de la nación, el Papa no se reunió con los líderes de las religiones afrocubanas. Tampoco se reunió con los grupos opositores que cada día se hacen más palpables en el país, aunque si tuvo tiempo para recibir al dictador destructor en jefe del país.
En un país multicultural como el nuestro, donde el sincretismo religioso es parte de la síquis de la nación, el Papa no se reunió con los líderes de las religiones afrocubanas. Tampoco se reunió con los grupos opositores que cada día se hacen más palpables en el país, aunque si tuvo tiempo para recibir al dictador destructor en jefe del país.
El gobierno cubano limpió (literalmente) las calles por donde pasaría el Papa, y aumentó la represión para evitar muestras de descontento durante la visita, y el Papa, fiel a la tradición papal de rendirse ante el poder, sólo pidió el aumento de las libertades religiosas. Nada de libertades civiles o políticas, la iglesia "no se mete en política".
De todas formas se entiende el gesto diplomático y la afinidad entre los ancianos líderes cubanos y los del Vaticano: ninguno de ellos fue elegido directa y democraticamente por quienes dicen representar. Mientras tanto, los dueños de Cuba usaron la visita para dar legitimidad al régimen después de la transición nepótica del poder, y quizás hasta obtener la absolución de sus muchos pecados y evitar ir de cabeza al “infierno” (por si acaso existe) cuando dejen este mundo.
Después de la fanfarria, cada uno de los ancianos regresó a su vida de lujos y comodidades, y la inmensa mayoría de los cubanos volvió a la “lucha” y las agonías diarias para sobrevivir.
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